martes, 21 de junio de 2016

10. REINVENTARSE

Es imposible, dijo el orgullo.
Es arriesgado, dijo la experiencia.
No tiene sentido, dijo la razón.
Inténtalo, susurró el corazón.


Pon la mente al servicio del corazón, porque de principio a fin, todo es cuestión de amor. Pero para ello conócete, acéptate, supérate (S. Agustín). Y sigue tu corazón, pero no olvides traer tu mente.

Nuestro cerebro es como la plastilina. Se puede moldear.

Las emociones son como los virus, se contagian. Por eso debemos entrenarnos en ser felices, lo que nos hace ser también más creativos. Debemos probar nuevas alternativas, en lugar de atrincherarnos en lo conocido, que no funciona. Lo malo es que, el cerebro, que pesa menos de kilo y medio, vive más del pasado y del futuro que del presente, es "miedoso". Nos deprimimos por exceso de pasado y tenemos ansiedad por exceso de futuro. Si encima el cerebro está en un entorno estresante, se apaga su creatividad, se deprime.

Nadie nace con "genes" de felicidad o de tristeza. El cerebro humano puede cambiar células, reconfigurar circuitos. Es más... lo que ocurre en nuestra vida, cambia la forma de operar de esos genes, y esos cambios, incluso, pueden pasar a la siguiente generación.

Cuantos más pensamientos negativos tenemos, mayor ansiedad, depresión y hostilidad; incluso se debilita nuestro sistema inmunológico. Es decir, insatisfacción autogenerada. Cuantos más pensamientos positivos tengamos, mayor alegría, y satisfacción. Es decir,  felicidad autogenerada.

Te voy a proponer una serie de ejercicios para mover neuronas:

1. Amistad: cada amigo feliz aporta un 15% de felicidad. Así que rodearse de este tipo de personas favorece tu bienestar.

2. Abrazos largos: las neuronas necesitan al menos 6 segundos para conectar con la emoción. Ese es el tiempo que debe durar un abrazo como mínimo, para que el proceso químico que supone, se consolide en nuestro cerebro.

3. Recuento diario: dado que el cerebro está preparado para fijarse en las amenazas, es importante entrenarse en el pensamiento positivo: cada día, durante 21 días (el tiempo que se requiere para generar un hábito)  piensa y anota,  al final de la jornada, 10 cosas buenas que te hayan ocurrido durante el día y pasaron desapercibidas.

4. Segundo mágico: es poco tiempo. Pero hay un cuarto de segundo en el que se puede rechazar una emoción negativa. Para ello es importante ponerle nombre y reflexionar si seguirá siendo importante dentro de 5 años.

5. Sonreír sin ganas: al momento uno se siente feliz, se relaja la tensión acumulada. Además sonreír (ya hablaremos más adelante de ello) es una señal de estar más abiertos a los demás, y se percibe rápidamente.

6. Altruismo: ocuparse de los demás ya hemos visto que incrementa sustancialmente la felicidad.

7. Adiós a las rutinas: repetir cada día los mismos gestos, los mismos pasos, es poco estimulante. Es aconsejable realizar pequeños cambios, como escuchar música (también veremos sus beneficios más adelante) diferente al despertarnos, proponer una actividad distinta a la familia, incluso cambiar el orden de tu aseo matinal.

8. Mantente siempre en movimiento: al hacerlo liberarás endorfinas y serotonina, neurotransmisores cerebrales que estimulan nuestro bienestar y reducen el dolor físico y emocional.

9. Divertirse: El sentido del humor relaja la mente al liberar endorfinas que reducen la tensión y la ansiedad, , mejora nuestras relaciones, fortalece y mejora nuestro sistema inmunológico, circulatorio y respiratorio y quizás lo más importante: favorece nuestra autoestima. Esencial para ser feliz.

10. Ser auténtico. Ya hemos visto la importancia de ser fieles a nosotros mismos para ser más felices... Cuanto más en concordancia esté nuestro verdadero yo con lo que mostramos a los demás, más satisfacción y mejores relaciones obtendremos.


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